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Muchas escrituras del Antiguo Testamento se refieren a la venida del Mesías y se han cumplido específicamente en Jesús. El número exacto depende de cómo se determine lo que constituye una referencia, y algunos estudiosos cuentan con más de 400. A continuación, se exponen algunas de las predicciones más obvias.
Isaías 7:14 se refiere a un niño que nacerá de una virgen y se llamará Emanuel, nombre que significa "Dios con nosotros". El versículo dice: "Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel". Isaías 9:6 también predice: "Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz".
Miqueas 5:2 predijo el lugar exacto del nacimiento de Jesús: "Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad". En esta época había dos ciudades llamadas Belén. La predicción de Belén Efrata en Judá es muy significativa.
Zacarías 9:9 habla específicamente de que el Mesías entraría en Jerusalén montado en un burrito y sería aclamado como rey. Esto tuvo lugar en lo que llamamos Domingo de Ramos, cuando Jesús entró en Jerusalén montado en un burro el domingo anterior a Su crucifixión (Juan 12:14-15).
Hay una clara profecía de que los vestidos de Jesús se repartirán echando suertes, un antiguo juego de azar. En el Salmo 22:16-18 se dice: "Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies. Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan. Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes". Mateo 27:35 dice: "Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes".
Isaías 53 habla del siervo sufriente. Específicamente, los versículos hablan de alguien que sería "Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca" (Isaías 53:3-7). Vemos la verdad de estos versículos más claramente en la obra de la Cruz.
El Salmo 41:9 predijo: "Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, alzó contra mí el calcañar". Más adelante, Judas Iscariote traicionaría a Jesús de esta manera: "Habiendo dicho Jesús esto, se conmovió en espíritu, y declaró y dijo: De cierto, de cierto os digo, que uno de vosotros me va a entregar. Entonces los discípulos se miraban unos a otros, dudando de quién hablaba. Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba recostado al lado de Jesús. A este, pues, hizo señas Simón Pedro, para que preguntase quién era aquel de quien hablaba. Él entonces, recostado cerca del pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús: A quien yo diere el pan mojado, aquel es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote hijo de Simón. Y después del bocado, Satanás entró en él. Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto". (Juan 13:21-27).
Cumplir una o dos de las cientos de predicciones del Antiguo Testamento podría considerarse insignificante, sin embargo, Jesús cumplió exactamente cada una de las numerosas predicciones. Jesús y sólo Jesús es el Mesías profetizado que, en última instancia, demostró ser el Cristo por Su resurrección de entre los muertos.