¿Qué clase de propósitos de Año Nuevo son convenientes para los cristianos?

Hay algo que generalmente atrae sobre los nuevos comienzos, por ejemplo, los que vienen con el Año Nuevo. Hacer cambios, fijarse metas o hacer propósitos como parte del comienzo de un nuevo año es una práctica común. De hecho, la tradición de hacer propósitos de Año Nuevo se remonta al menos 3.000 años atrás, a los antiguos babilonios.

Julio César declaró en el año 45 a.C. que el 1 de enero sería el comienzo del año. Por supuesto, el 1 de enero no es diferente del 2 de enero, el 16 de abril o el 20 de junio. No ocurre nada místico cuando el calendario pasa del 31 de diciembre al 1 de enero. Pero, aun así, la idea de un nuevo comienzo puede ser útil para reflexionar sobre la forma en que vivimos nuestras vidas y considerar si se justifican cambios o nuevos objetivos.

Los propósitos de Año Nuevo más frecuentes son dejar algún vicio, como fumar, o empezar algo positivo, como hacer ejercicio de forma rutinaria. La mayoría de los propósitos de Año Nuevo se centran en mejorar la salud. Primera de Timoteo 4:8 nos dice que la salud física es buena, pero la piedad es una mayor prioridad.

A veces los cristianos se proponen orar más, leer la Biblia diariamente o diezmar. Todas estas son cosas buenas para hacer. Sin embargo, tanto las resoluciones espirituales como las no espirituales pueden no resultar. Resolvernos simplemente a hacer algo porque pensamos que deberíamos hacerlo no nos cambia realmente.

¿Qué debemos hacer entonces como cristianos? ¿Ignorar los propósitos? Tal vez.

En vez de eso, prueba esto: Pregúntale a Dios qué quiere que hagas para honrarlo. Santiago 1:5 dice que podemos pedir sabiduría y Él nos la dará. Ora entonces por la fortaleza para cumplirlo. Es más, pídele a Dios que te dé amor y compromiso con Él a través de tu resolución. Conecta tu resolución con la oración. En otras palabras, ora diariamente sobre tu propósito. Si tu propósito es leer la Biblia todos los días, pídele a Dios que te ayude cuando te despiertes.

Además, pídale a un amigo que te ayude y a quien le puedas rendir cuentas. Este amigo te ayudará a ser disciplinado y te animará. No te desanimes si fracasas. No te enorgullezcas si tienes éxito. También, recuerda que el tiempo para la transformación no es sólo en Año Nuevo. Dios está continuamente obrando en nosotros para hacernos más como Él (Filipenses 1:6; 2:13; 2 Corintios 3:18). Si hay algo en nuestras vidas que tiene que cambiar, no hay razón para esperar hasta el 1 de enero para empezar a comprometernos en el proceso.

"Encomienda al Señor tu camino, y confía en él; y él hará. Exhibirá tu justicia como la luz, y tu derecho como el mediodía" (Salmo 37:5-6).



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