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¿Deberían los cristianos obedecer a sus pastores?
Hebreos 13:17 nos dice: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso". Claramente, los creyentes están llamados a seguir a sus maestros en circunstancias normales. Sin embargo, hay ocasiones en las que los creyentes pueden hacer excepciones.
Es de especial importancia la práctica bíblica de evaluar la enseñanza de un líder para garantizar que sea coherente con las Escrituras. Hechos 17:11 revela la práctica de los de Berea, al decir: "Y estos eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así". Si la enseñanza de un pastor es inconsistente con la Palabra de Dios o la contradice, la persona no tiene ninguna obligación de obedecer.
Además, la Biblia también nos advierte contra los falsos maestros. Aunque hay muchos ministros ejemplares de la Palabra de Dios, hay otros que predican y lideran por razones personales egoístas. Judas 1:3 dice: "Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos". Segunda de Pedro 2:1 dice: "Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina". No hay que obedecer a los falsos maestros, sino rechazarlos.
En aquellos casos en los que haya un maestro perverso o falso en una iglesia, se requieren dos o más testigos antes de presentar el caso ante la iglesia (1 Timoteo 5:19). Si se comprueba que las acusaciones son ciertas, "A los que persisten en pecar, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman" (1 Timoteo 5:20). En algunas ocasiones, esto conllevará la imposición de medidas disciplinarias. En otros casos, el asunto conducirá a la destitución del liderazgo.
No obstante, el buen líder es digno de gran honor. Primera de Timoteo 5:17 enseña: "Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar". Este "doble honor" probablemente incluye también el apoyo financiero (ver v. 18). Los líderes de la iglesia que sirven bien también serán grandemente recompensados en la eternidad: "Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria" (1 Pedro 5:1-4).
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