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¿Cuándo está bien dejar una iglesia y buscar una nueva?
¿Qué principios ofrece la Biblia con respecto a la hora de dejar una iglesia? Primero, está claro que Dios quiere que los creyentes se mantengan involucrados en el crecimiento con otros creyentes. Hebreos 10: 24-25 exhorta: "Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca."
La iglesia está diseñada para ser el pilar de la verdad (1 Timoteo 3:15). Si una iglesia ya no cree en la inspiración de la Escritura (2 Timoteo 3: 16-17) o ha rechazado a Jesús como el Hijo divino y resucitado de Dios (Juan 1: 1), entonces la iglesia ya no funciona como una verdadera iglesia bíblica. Sería apropiado en este caso buscar otra iglesia.
Si bien ninguna persona es perfecta, la iglesia debe ser dirigida por líderes calificados y piadosos. Los requisitos bíblicos para los líderes de la iglesia local se encuentran en 1 Timoteo 3 y Tito 1: 5-9. Si su iglesia no está dirigida por líderes bíblicamente calificados, podría quedarse con el objetivo de ayudar a cambiar esta situación o irse y buscar una iglesia con líderes bíblicamente calificados.
Hay algunos casos en los que su iglesia local no ha hecho nada malo que requiera que se vaya, pero Dios lo está guiando a otro lugar de servicio. En estos casos, es importante evaluar cuidadosamente sus razones para el cambio. ¿Es realmente el llamado de Dios, o hay un conflicto relacional o una razón personal que impulse esta decisión?
En algunos casos, Dios llama a una persona o familia a dejar una iglesia para ayudar a otra iglesia, misión o ministerio. En estos casos, se espera que los líderes de la iglesia abracen este llamado, enviando a estos miembros al ministerio como lo hicieron Pablo y Bernabé en Hechos 13: 1-3. Sin embargo, en muchos casos, Dios puede usarlo para cambiar vidas en su iglesia existente a través de la oración y nuevas formas de participación. Ambos ejemplos se pueden ver en las Escrituras, destacando el hecho de que hay muchas maneras en que Dios puede usar nuestros dones para ayudar a edificar el cuerpo de Cristo.
En la Iglesia de Corinto, el apóstol Pablo tuvo que instruir a sus lectores a trabajar juntos en armonía, ya que se estaba produciendo mucha división dentro de esta iglesia. Él escribió: "Les suplico, hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que todos vivan en armonía y que no haya divisiones entre ustedes, sino que se mantengan unidos en un mismo pensar y en un mismo propósito." (1 Corintios 1:10). Este es nuestro objetivo también. Independientemente de si nos quedamos o nos vamos a otra iglesia, nuestro objetivo debe ser estar unidos en Cristo y velar por las necesidades de los demás y las nuestras. Como enseña Filipenses 2: 4: "Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás."
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