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¿Qué es correcto, el principio regulativo o el principio normativo de la adoración?

Primero, debemos asegurarnos de entender bien las palabras. La adoración regulativa se basa en las Escrituras para establecer específicamente lo que se permite en la adoración: si no está en la Biblia, no puede estar en un contexto de adoración. Este principio afirma que las Escrituras son las que regulan los servicios de adoración mediante sus mandamientos y ejemplos. El servicio de adoración normativo mira el otro lado de la moneda: si no está prohibido en la Biblia, y está de acuerdo con la verdad bíblica general, entonces sí está permitido en el servicio. El punto de vista normativo busca seguir los principios generales (y los mandamientos explícitos) de la Biblia relacionados con el servicio de adoración, permitiendo variaciones de estilo y añadir nuevos elementos.

Por ejemplo, las iglesias que prefieren los servicios de adoración regulativa no utilizan instrumentos musicales, porque no hay ningún mandamiento en el Nuevo Testamento que lo ordene. Las iglesias normativas pueden utilizar el teatro, la música y otras expresiones en el servicio de adoración porque las Escrituras no lo prohíben. Las iglesias reformadas generalmente se relacionan con la adoración regulativa. En cambio, las iglesias evangélicas se asocian más con el estilo de culto normativo. A primera vista, muchas iglesias litúrgicas, como las episcopales y ortodoxas, parecen regulativas, pero incluyen muchas facetas que no se encuentran en la Biblia. La repetitividad, la formalidad y la familiaridad no equivale a un culto regulativo.

Todas las iglesias que siguen el Nuevo Testamento expresan la adoración de forma un poco diferente a las demás. La mayoría de ellas se sitúan entre los extremos regulativo y normativo. Cuando una iglesia se aferra a la adoración regulativa, puede apegarse tanto a las "reglas" que se olvida del tema de la adoración: Dios mismo. Esto es fariseísmo y tiene como resultado juzgar a las personas o a los grupos de creyentes según esas reglas (Mateo 7:1). Cuando una iglesia se va al extremo en el lado normativo, puede expresar valores mundanos y no diferenciarse de la cultura de su entorno. Colosenses 2:8 nos advierte que no debemos ser llevados cautivos "por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo". En su afán por ser culturalmente relevantes, las iglesias normativas extremas también pueden pasar por alto el tema de la adoración. Ninguno de los extremos es bíblico.

Aunque la Biblia no proporciona una definición clara en cuanto a si la adoración regulativa o normativa es "correcta", sí existe una cierta guía bíblica. Algunos pasajes indican una actitud desinteresada cuando se establece un proceder corporativo que honra a Dios. Estos son algunos:

"Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica. Ninguno busque su propio bien, sino el del otro" (1 Corintios 10:23-24).

"Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Gálatas 5:13-14).

Cuando los creyentes se reúnen en la iglesia, la Biblia dice que la lectura y la enseñanza de las Sagradas Escrituras (1 Timoteo 4:13), la predicación de la Biblia (2 Timoteo 4:2), los cánticos en la adoración (Efesios 5:19; Colosenses 3:16), la oración (Mateo 21:13; 1 Tesalonicenses 5:17) y la celebración de la Cena del Señor y el bautismo (Mateo 28:19; 1 Corintios 11:23-26) son parte de una iglesia saludable que honra a Dios.

Los cristianos que se reúnen en la iglesia deben trabajar juntos para manifestar la voluntad de Dios en su vecindario, en la comunidad en general y en todo el mundo. Cuando están juntos es para "perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efesios 4:12-13). Cuando nosotros, como miembros de nuestras respectivas iglesias, estamos unidos en el Espíritu (Efesios 4:3-5), nos amamos unos a otros y a los demás (Gálatas 5:14), y seguimos Hebreos 10:24-25 ("Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca"), entonces estamos haciendo iglesia según la Biblia, independientemente de lo regulativos o normativos que seamos.

Las iglesias regulativas creen que Dios nos ha instruido sobre cómo debemos adorarle. En 1 Corintios 11:17-18, 33 y 14:23, Pablo reprende a la iglesia de Corinto por su desorden. En otros pasajes, reprende a grupos de creyentes por sus malas acciones en el servicio de adoración (1 Corintios 11:20-22; 14:26-40). Evidentemente, hay formas equivocadas de adorar corporativamente.

El servicio de adoración regulativo evita actividades que se podrían interpretar como mundanas. Su enfoque en Dios y Su Palabra tiende a diluir la cultura popular e incluso las modas de la iglesia. Tampoco puede basarse en la Biblia para la orientación específica sobre una serie de factores importantes en el culto, tales como la duración del servicio, la tecnología, la altura del escenario, y muchos otros aspectos que hay que decidir.

El culto normativo tiene en cuenta el contexto cultural en la presentación del único evangelio verdadero e inmutable. Esto significa que un servicio de la iglesia se puede modificar para que llegue a las personas que normalmente no asisten, y por lo tanto ser capaces de compartir sobre Jesús a aquellos que de otra manera no lo oirían. Existe un precedente bíblico para la contextualización cultural. Pablo escribió: "Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos. Y esto hago por causa del evangelio, para hacerme copartícipe de él" (1 Corintios 9:22-23). Por lo general, el principio normativo se presta para una mayor creatividad, que puede ser una forma de adorar a Dios tanto en espíritu como en verdad (Juan 4:24), además de demostrar la hermosura de Dios. Esta expresión creativa puede ayudar a la gente a comprender la majestad de Dios y la realidad de que Él está vivo y activo hoy. Ahora bien, estas iglesias pueden perder el enfoque que honra a Dios sustituyéndolo por el atractivo cultural o la autoexpresión.

En vez de que el servicio de adoración regulativo o el normativo sean los más correctos, es necesario un equilibrio bíblico. La Biblia debe ser nuestra guía, y también debemos buscar la guía del Espíritu Santo sobre cómo llevar a la práctica la Palabra de Dios en el contexto en el que vivimos.

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